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sábado, 3 de enero de 2009

Poema a la ciudad de Toluca y pintura por José Tlatelpas







TOLUCA

Ya aflora la constelación de nieve.
Ya se agita el viento blanco.
La Luna sienta su sensualidad, es la laguna.
El cráter del Nevado calienta las estrellas.
Toluca, el hielo de Luna enamorada.
Hielo seco, morena celeste y movediza.
Toluca, Luna en lontananza, transcurso de las flores,
relámpago discreto en la venada blanca.
Hoy el viento frío profana la tibieza de mis muslos.
Soy casi el ave, cantando en el bullicio.
Ya tus plumas adornan los pétalos de nube.
Ya soy tan sólo el pobrecito, el cascabel de rutas.
Toluca, la gelidez celeste del abismo.
Toluca, la red de flores
horadando el rostro de la noche.
Eres como un maguey de petalitos,
red de rocío, sus constelaciones movedizas.
Hielo, Luna, montaña, color e incertidumbre.
¿Quién soy yo, Toluca, para ofrendarte con papeles?
¿Quién soy yo para tejer mis palabras con tus senos?
Sólo es mi aliento que cristaliza en tu blancura,
es mi canto, es mi vaho, casi es nada.
Toluca, la sequedad enamorada de la Luna.
Un espejo perfumado, un conejo en el espejo.
Toluca, la brisa de las flores, su airoso corazón.
Dicen que estás vestida con mayas de poesía,
dicen, que nadie conoce tu rostro de nieve fulgurante.
Dicen que nadie te ha nombrado, Laguna Circunspecta,
Toluca-Luna, Cascabel Divino, La Nieve del Maguey Azul.
Toluca, yo te he visto sin tus ropas,
en tu jardín de Nubes-agua,
de Nubes-viento, de Nubes-flor,
de Nubes-caña.
La contadora de destinos, la inagotable y verdadera.
¿Qué puedo decir cuando te mire
Toluca... la niebla enamorada?
Ya es el frío, ya se detiene el salto de mi corazón
(Ya casi no existen corazones. Son piedras-antiguallas).
Amor de piedra negra, visitación de siglos.
Yo soy el que estuve, Toluca, permanezco entonces.
Incienso y flores danzaron el silencio de la noche.
Ya se van las lluvias, ya vienen los cometas.
Toluca, luna gemela del espíritu gemelo.
Aquí está el fuego de obsidiana, el humo del incienso.
Que lluevan flores en el lago de las 13 direcciones.
Que llueva tu recatada gelidez entre columnas.
Que llueva, sobre la pasión luminosa, en los jaguares.
Ya es el Rito de Creación.
Ya es la red henchida de cometas.
¿A dónde tu primicia femenina
dará asombro y muestra de pasión al Sexto Cielo?
Tropieza la escalada de mi aliento.
Ya va
suavemente, como corola, distraída y navegando.
¡Es el agua de la Luna, es su manantial de placenta y leche!
¡Como una barquita blanca navega mi palabra!
Yo no sabía nada de esto,
sólo vine a ofrendar mi flor entre la nieve.
Ya navega mi palabra en tu montaña.
Ya regresa mi escarchado aliento a donde canta el día.
Ya navego en tus espejos, Luna.
Ya soy estrella en la laguna.
Toluca: ¡Estás desnuda,
humea tu cráter sin sonrojo
ofrenda milenaria!

Poema a Ensenada y pintura por José Tlatelpas








ENSENADA

A Connie

Como una mujer candorosa
parece fría
pero su calor te vence.

Tiene la piel clara,
Los ojos
marinos.

Puede tener barcos
o simplemente arena.
Puede tener hoteles, almejas,
hasta telescopios, sí.
Pero es neblinosa como una mujer y,
de repente,
amplia como un almacén de ovarios.

Me gustaría recorrerla a caballo,
con una mujer de ojos claros,
venida del mar adentro,
en ancas sudada,
y con desmayos de arena.

Ya he visitado tu piel tan delicada
en el barco del Capitán Ugalde,
eran entonces los vientos madrileños.
Eran las rudas canciones vascas,
y aventurando
las velas inquietas de Santander.
Vine también en los retos libertarios,
en la huida cautelosa del cometa.

Finalmente, llegué perdido como un pez grande
de fino acero azul.
Entre tus aguas surgí,
luminoso, esbelto, caballo del Bajío,
para convertirme en rayo azul acero.

Hacia arriba saltamos,
buscando la corriente
y los soles se prendieron en la marea del viento.

Volví a sumergirme entre tus brazos
y obtuve el fuego del útero marino.
Casi me fundo entre tus genes
y me vuelvo un Casi Un.
Cardumen de estrellas me quedé sentado
en la playa de tus besos.
Entre caricia y caricia me escondí entre tus senos.

Quizá no te diste cuenta
pero soy un pez
que navega en tus olas ováricas de arena delicada.
Nunca me marché.

Desde el siglo pasado cuando había pasado, quedé
desplegando mi cuerpo bajo las olas,
abriendo la boca para tomar
oxígeno de tu azul, cobijo fresco de tu abrazo
mar de playa, puerto de caricias.

Ensenada del Noroeste,
Baja California, la grande.
Porque la Alta Alcurnia es chica,
comparada con la dulzura de tu brisa.
Ciudad mujer y misteriosa,
veleidosa amante,
ruborosa y sorpresiva.
Brutal y silvante en tu respiración.
La orgásmica de arena y brisa.
El pez de acerado azul se sumerge o salta,
escurre tu frescura en la calidez del cielo.
Dije.


1995